Del refranero popular nos llega esta sentencia que implica la incapacidad de aprender o cambiar conductas ya sea por vejez o luego de muchos años de hacer siempre lo mismo, en la zona cómoda, sin intentar nuevas experiencias o maneras de hacer las tareas.
Los avances en neurociencia y la divulgación de los estudios realizados en las últimas décadas nos están presentando todas las evidencias que demuestran todo lo contrario: si es posible adquirir nuevos aprendizajes y destrezas independientemente de la edad o etapa de vida en que nos encontremos.
Así las cosas, no hay excusas; podemos continuar aprendiendo y adquiriendo destrezas en todos los ámbitos que queramos.
Y es que los múltiples problemas que afrontamos como sociedad (en el sector educativo, la industria, el comercio, la salud) requieren la implementación de soluciones efectivas ejecutadas, coordinadas y lideradas por personas competentes.
La optimización de los procesos en la empresa y la actualización constante del personal son aspectos críticos para mantener la competitividad y lograr avances significativos.
Y aquí se manifiesta, con mucha frecuencia, el problema de la resistencia al cambio: “siempre lo hemos hecho así”, “la misma cosa, pero con diferente nombre”, “eso es una pérdida de tiempo”, y un largo etcétera de objeciones.
El temor a no comprender los nuevos conceptos, a no aprender rápidamente las nuevas técnicas y procedimientos, nos pone a la defensiva ante el reto de un proceso de cambio, de entrenamiento y adaptación a nuevos métodos.
Esta resistencia a abrazar las nuevas tecnologías en la empresa puede vencerse de forma bastante parecida a la que el adulto mayor vence su resistencia a aprender algo nuevo: descubriendo los beneficios que obtendrá si se capacita, si se entrena en la nueva técnica.
Ilustrar al aprendiz sobre todas las oportunidades de crecimiento y de desarrollo que se obtendrán, es el primer paso al iniciar el proceso de capacitación en un nuevo tópico.
Luego, enfatizar el fortalecimiento de la autoestima que se logra así como el descubrimiento de las capacidades que en muchas ocasiones se consideran disminuidas.
Ya sea en temas técnicos, humanistas, sociales, por trabajo o por placer, siempre vale la pena intentarlo, perseverar y disfrutar del inmenso placer del aprendizaje continuo, desmitificando el refrán y demostrando que siempre es buen momento para capacitarse y aprender algo nuevo.
Un abrazo,
Luz Marina