Ser mentor: una gran experiencia de vida

2 Feb, 2024 | Gerencia

Recientemente asistí al servicio funerario de quien fuera rector de la Universidad Católica Santa María la Antigua (USMA, Panamá) durante la primera década del siglo XXI, Monseñor Pablo Varela Server. 

Con un interesantísimo resumen que destacaba la trayectoria de Mons. Varela, el actual rector, Francisco Javier Blanco, complementó su magistral intervención con amenas anécdotas sobre el temperamento de Monseñor que nos hicieron recordarlo con simpatía; procuró siempre el bienestar de los colaboradores, su crecimiento personal y profesional, y la excelencia académica de la universidad.

No exigía más de lo que sabía que podíamos dar, pero no aceptaba menos.  Ahí era inflexible.

Como se mencionó en la homilía, fue un hombre con virtudes y defectos, como todos los seres humanos. Pero como guía y mentor, marcó profunda y positivamente a quienes le conocimos y tuvimos la oportunidad de trabajar junto a él.

Otros dos magníficos mentores que también recuerdo con gran aprecio y gratitud: Juan H. Stagg y José A. Loaiza.

El primero, en mis inicios profesionales en la industria plástica nacional, me enseñó con su ejemplo el valor de la actualización constante para realizar una labor de excelencia, no dejar de estudiar y aprender, la dedicación al trabajo, la atención al detalle, la solidaridad. 

En una siguiente etapa de vida profesional en la industria farmacéutica, el segundo me enseñó, con su simpatía y amabilidad característica, que la paciencia y la actitud de servicio cultivadas y entrenadas mediante la práctica diaria, dan sus frutos generosamente.

Aprendí la importancia de reforzar las cualidades positivas, señalar los errores sin ofender ni causar resentimiento y que escuchar atentamente lo que la otra persona tiene para decirnos nos brinda la información necesaria para actuar con efectividad en la situación que nos encontremos.

Definitivamente que mis tres mentores contribuyeron enormemente a mi desarrollo profesional y les estaré siempre agradecida por creer en mi potencial, por su paciencia y dedicación.

Contar con mentores que nos orienten y ayuden a “crecer” es un privilegio.

Y una forma de retribuir esa entrega desinteresada que nos ayudó en nuestro crecimiento personal y profesional es convertirnos en mentores de las nuevas generaciones. 

Ser mentor implica compromiso. No es “cuando nos sobra el tiempo” o “cuando estamos de humor”.  

Es atender las citas, retroalimentar, corregir, motivar, cuestionar, proponer. Y dejar ir cuando sea el momento apropiado.

Dedicarles varias horas de mentoría a la semana a aquellas personas de nuestro entorno, ávidas de superación, que ambicionan una mejor calidad de vida para ellos y los suyos, es la mejor forma de agradecer y compartir los valiosos aprendizajes que logramos con la ayuda de nuestros mentores.

Pon tus talentos al servicio de otros que se beneficiarán con tus conocimientos y experiencias.
Sé un mentor.

Encontremos la solución ideal para tu equipo